Es difícil acostumbrarse a la velocidad tecnológica del presente. De acuerdo con Forbes, cada día se generan 2.5 trillones de bytes de información (2.5 quintillion en inglés, ó 25 seguido de 17 zeros). Esto no sólo implica que analizar y almacenar datos requiere procesos cada vez más sofisticados, también crea una enorme presión para mantener nuestra información actualizada con la mayor frecuencia posible. Afortunadamente, la creación y auge de las llamadas criptomonedas, como el Bitcoin, vinieron acompañados de una tecnología que ha cambiado el significado de la inmediatez: El Blockchain.
El Blockchain es un registro digital compartido de transacciones. Es mantenido por una red de computadoras en internet, sin la necesidad de una autoridad centralizada. En los últimos años, se ha convertido en la clave tecnológica en sectores públicos y privados, gracias a su habilidad para registrar y mantenerse al tanto de bienes o transacciones sin la necesidad de un intermediario. La International Data Corporation (IDC) estima que la inversión global en Blockchain se duplicará este año a 2.1 mil millones de dólares, de los 945 millones el año pasado.
No obstante, esto no ha sucedido sin críticas. Aparte del escepticismo que ha rodeado a las criptomonedas desde su creación, existe el tema del alto consumo energético que acompaña el uso del Blockchain. Para mantener su poder de actualización, Blockchain necesita de un proceso de “minado” constante. No es simple y este video de SciShow es una mejor referencia para entender cómo funciona, pero basta decir que minar constantemente requiere cantidades enormes de energía. En 2017, el índice de consumo de energía por año de Bitcoin llegó a los 36.6 TWh; este año, se acerca a los 69 TWh. Comparativamente, esta energía es suficiente para alimentar 5,500 hogares en un año. No ayuda que, además, la mayoría de las granjas de minado siguen siendo energizadas con fuentes de energía tradicionales, como carbón y petróleo.
Sin embargo, aún no podemos catalogar al Blockchain como sólo un consumidor desmesurado y desconsiderado de energía. Con el poder de actualización que lo caracteriza, este método de registrar información está cambiando la manera en que se mide, produce y vende la energía.
En Brooklyn, Nueva York, se está experimentando con docenas de arreglos de paneles fotovoltaicos, colocados a través de techos y conectados a una red que crece día con día. Conocido como el Brooklyn Microgrid, el proyecto está reclutando residentes y negocios en una plataforma de intercambio virtual, basado en Blockchain, que permitirá a productores de energía solar vender sus créditos de energía excedente a compradores en la red, los cuales pueden vivir literalmente junto a ellos.
La habilidad para completar transacciones seguras y crear un negocio basado en intercambio de energía permitirá a los participantes circunvalar la oferta de compañías eléctricas y construir una micro red con generación de energía y almacenamiento que pueden funcionar por su cuenta, incluso con fallas eléctricas grandes por parte de la red central. El uso de sensores IoT y la red basada en Blockchain eliminan la manera de calcular tarifas tradicionales de electricidad al ajustar en tiempo real los precios de la energía.
“Esto hace que un proveedor central – históricamente la Comisión de Electricidad – quede fuera de la jugada” dijo Audrey Zibelman, ex directora de la Comisión de Servicios Públicos del estado de Nueva York.
Si bien este proyecto sigue en una fase inicial, con apenas 50 participantes, el Brooklyn Microgrid es sólo un ejemplo de lo que está sucediendo a nivel mundial. Nuevas compañías como LO3 Energy que, junto con Siemens, es responsable del proyecto en Nueva York, están construyendo redes digitales con la promesa de sistemas de energía descentralizados, llevados por el usuario, que trabajan en conjunto con la red tradicional o, en el caso de economías emergentes, que la pueden evitar por completo.
En Australia, una compañía llamada Power Ledger anunció en 2016 el inicio de un mercado eléctrico local basado en Blockchain en un desarrollo residencial en la ciudad de Perth. En Bangladesh, donde un estimado de 65 millones de personas no tienen acceso a la red eléctrica central, ME SOLshare ha desarrollado redes de comercio peer-to-peer de casas en zonas rurales con y sin paneles fotovoltaicos en sus techos. Los productores-consumidores (llamados prosumidores en esta nueva industria) pueden vender el exceso de energía hacia la red, donde hogares vecinos y negocios tienen la opción de comprarla en incrementos pequeños con sus celulares. En Alemania, Sonnen, un proveedor líder de baterías para el hogar y productos de energía inteligente, ha creado una red de alrededor de 8,000 consumidores, con y sin paneles solares, que están intercambiando energía entre ellos.
“El concepto de peer-to-peer se está volviendo una realidad”, dijo Olaf Lohr, director de desarrollo de Sonnen en Estados Unidos. “Es una tecnología verdaderamente disruptiva. Los clientes son también los dueños y los productores de su energía.”
La disrupción, además, está ocurriendo también con ayuda de las criptomonedas. Moldova, un país que importa tres cuartos de su energía, ha sufrido aumentos de más del 50% en costos energéticos en los últimos cinco años. Debido a esto, el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) lanzará una iniciativa para energizar la Universidad Técnica de Moldova con energía solar pagada por criptomonedas. La iniciativa con Sun Exchange, un mercado de energía solar de Sudáfrica, permitirá a las personas comprar celdas solares usando SolarCoin, una criptomoneda creada por la startup ElectriCChain, para después arrendarlas a la universidad.
“Uno de los obstáculos más grandes que tienen los países en la inversión de energías renovables es la falta de financiamiento, pues normalmente hay que esperar 10 a 15 años antes de tener un retorno de inversión” dijo Dumitru Vasilescu, director del programa de PNUD en Moldova.
No obstante, si la prueba piloto en la universidad de Moldova tiene éxito, la PNUD planea replicar el proyecto en países vecinos; y es que gente como Darius Nassiry, ejecutivo del Overseas Development Institute, predicen que el mayor crecimiento en la energía financiada por criptomonedas vendrá de países en desarrollo. De acuerdo con Nassiry, los países de economías emergentes tienen necesidades energéticas más grandes y de mayor crecimiento, y un ambiente legal y regulatorio más flexible a este tipo de innovaciones.
Si bien el Blockchain y las criptomonedas tienen un largo camino para llegar a compensar su consumo eléctrico, el IDC espera que obtengan un crecimiento de “dobles dígitos” en el espacio energético entre 2018 y 2021. Es un desarrollo logrado gracias a la capacidad de estas tecnologías a adaptarse a fuentes de energía emergentes, así como lograr que dichas energías aprovechen su capacidad de crear nuevas formas de intercambio. Como prosumidores, es fácil adquirir una conciencia más allá de la energía que consumimos.
“Es reconocer necesidades energéticas más allá de las nuestras” dice Garry Golden, consultor en temas energéticos participando en el Brooklyn Microgrid. “Hospitales, clínicas, escuelas, complejos departamentales – ahora podemos llevar la energía a donde tiene que ir.”